viernes, agosto 05, 2005

Daniela en siete párrafos

Por alguna razón que desconozco, siento la necesidad de hablar de mi amiga Dana, el tesoro que más me ha costado dejar en Italia... A Dana la conocí a los cuatro días de estar allí. Como ella es así, conoció primero a una chica que conocíamos y la invitó "con sus amigos españoles" a una cena en casa de una amiga suya, que luego ha resultado ser mi otra gran amiga italiana... El primer día hablamos algo, porque yo aún no entendía exactamente todas las cosas que su cerebro pasaba de forma tan ágil a su boca. Lo que entendí perfectamente es que Dana era un torbellino con piernas, brazos y unos ojos preciosos.

Poco a poco nos fuimos conociendo más, aunque tampoco con muchas prisas; de hecho en Navidad volví a España pensando que era una chica muy simpática con la que me llevaba bien, pero ni siquiera nos escribimos un mail o un mensaje en aquellos días.

Al volver de Navidad pronto empezamos a hablar más, yo me sentía mucho más cómodo con el italiano (no en vano con ella he hablado mis mejores ratos en esa lengua) y se dieron las circunstancias para hacernos amigos de verdad: tener cada uno un problema que poder resolver con ayuda del otro. Y así llegó aquella noche en la Piazza dei Cavalieri, donde nos evadimos un poco del resto para contarnos penas e inquietudes y hacer un trato nunca hablado de eterna alegría. A partir de ahí nuestra amistad se fue fortaleciendo basada en la instantánea comprensión del otro y en un estado perenne de felicidad. No pasaban cinco minutos desde que nos encontrábamos hasta que llegaban las primeras carcajadas, las primeras bromas.

Y lentamente empezamos a jugar a un juego al que realmente juegan todos los amigos: se trata de cruzar palabras en una lengua común a ambos pero que en el fondo carecen de significado, porque los mensajes van ya directos en un idioma más perfecto, que es el de las miradas, el de las melodías de la voz, los gestos, las sensaciones, los abrazos... Por eso sé que he hablado mi mejor italiano con ella, el más intuitivo, porque cuando hablábamos yo no prestaba ninguna atención a cómo decir las cosas, sabía que me estaba entendiendo con sólo sentarse cerca de mí.

Después llegó el maravilloso viaje a su casa, que ahora es ya también un poquito la mía, y entendí y aprendí muchas más cosas de ella, como cuando uno relee un libro dejando de lado el argumento para centrarse sólo en las partes más bonitas.

Y así pasaron los días hasta que nos dimos cuenta de que quedaba una semana para tener que separarnos... La tomamos con calma, con serenidad, con la tranquilidad que daba saber que lo único que terminaba era la rutina de la vida universitaria juntos. Una noche me dijo "Hemos hecho una tontería, no hemos ido juntos a los Uffizi". Yo le contesté "¿Y? Ya iremos, no me preocupa". Ella me miró con cara de "es cierto". Y era verdad, no era una fachada de ninguno por no hacer de aquello un drama. Los dos estamos tranquilos porque sabemos que iremos, igual que sabemos que ella vendrá a Madrid y que yo volveré a su Reggio Calabria para ver de una vez por todas ese Etna que se empeñó en ocultarse cinco días detrás de la foschia.

¿Que si hubo lágrimas en la despedida? Claro que las hubo. Suyas en Piazza Garibaldi, mías en casa, donde ella no pudiera verlas. Ahora cada día de mi vida reserva unos minutos para ella y cada viaje que pienso está marcado por un "eh, que también hay que ir a ver a Dana". Y aunque esté tranquilo, la echo de menos.

5 Comentarios:

At 1:58 a. m., Anonymous Anónimo dijo...

Culito... Puedo asegurar que entiendo perfectamente lo que sientes...

Ahora pido cita con usted para ver si podria contar con su presencia fisica algun dia para que me cuentes como dios manda tu "añito".

Ah! Y por otro post que hay por ahi... yo tampoco me siento muy madrileño ;)

Un año en francia para estar aho escuchando el ultimo disco de Jovanotti. Las vueltas que da la vida, no?

 
At 12:45 a. m., Anonymous Anónimo dijo...

beeeeeeeeeeeeddhu!!!

 
At 3:04 a. m., Blogger Fer dijo...

:)

 
At 4:53 p. m., Blogger Borja dijo...

Qué tía más grande...

PD: vivan los puntos suspensivos!

 
At 1:09 a. m., Blogger Nieves dijo...

Ella también sabe de su suerte, seguro. :)

 

Publicar un comentario

<< Home