sábado, junio 04, 2005

De ciudades pequeñas

El otro día fui a ver “Star Wars Episodio III: La Vendetta dei Sith”. El que sea avispado se dará cuenta de que la vi en italiano, que es el idioma que usan por aquí. La película, como las anteriores, me llevó a muchos pensamientos sobre el mundo, la humanidad, las personas diferentes, etc... pero el hecho en sí de ir a verla también llevaba su montón de materia digna de pensamiento. Todo empieza en el hecho de que estuviéramos tres personas en la sala, ya que si tenemos en cuenta el tirón comercial que lleva detrás me atrevería a decir que éramos pocos. Esto me llevó una vez más a darme cuenta de lo que es vivir en una ciudad de noventa mil personas y fuera del círculo de grandes ciudades ya sea europeas que italianas. La verdad es que yo lo llevo mucho mejor que vivir en Madrid.

Vivo en la “periferia” y tardo quince minutos en llegar a cualquier parte del centro histórico. Seguro que doy rodeos cuando voy a los sitios, pero la diferencia es, desde luego, despreciable. Desde casi cualquier punto de la ciudad se tarda unos cinco minutos como máximo en llegar al río, que ya no es que le dé un aspecto bonito y natural a la ciudad, es que sirve para partirla en dos y orientarse de manera escandalosa. Conozco personas de cada parte de la ciudad, por lo que prácticamente todo queda “al lado de casa de fulanito”, así que todo, además de estar cerca, lo parece. Paso a diario por el centro, así que he llegado a entender la importancia de los monumentos conmemorativos: en una ciudad donde los ves cada quince días o más no tienen tanto valor, pero ver todos los días una estatua de Garibaldi y pasar por la plaza de los Caballeros de la Orden de Santo Stefano te lleva a preguntarte a menudo por toda esta gente, por lo que crece tu interés por la historia de la ciudad y también tu amor por ella, que en el fondo, de eso se trata. Hay hechos a los que no he sabido todavía darles la importancia que tienen, pero a otros, como que te suenen los perros y sus dueños, sí; cosas así de absurdas son las que me han llevado, en menos de un año, a sentirme más integrado en esta ciudad de lo que lo podré ser nunca en Madrid. Cuando hay alguna celebración o se organiza alguna fiesta o concierto es prácticamente imposible no enterarse; no quiero ni pensar la cosas que me he perdido en Madrid incluso sabiendo que existían. Conozco aproximadamente el recorrido que hace cada una de las menos de quince líneas de autobús; en Madrid tengo que tirar de guía en cuanto me quiera salir de los cuatro sitios de siempre. Y podría seguir con decenas de cosas que he notado y sentido a lo largo de estos nueve meses. La síntesis es que vivir en Pisa me ha dado la noción de “vivir en sociedad”, que es algo que en Madrid es imperceptible más allá del bloque de esos vecinos que a veces ni saludas.

1 Comentarios:

At 1:26 a. m., Blogger J.L. García Íñiguez dijo...

Buenas, ya he votado por este blog en 20minutos.es Por cierto, en el mail la dirección del blog está mal. Saludos.

 

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