martes, febrero 06, 2007

De tejuelos y estantes

Ayer comencé a trabajar de becario en una de las bibliotecas de la universidad. Llegué a las dos, como me habían dicho, y un hombre de unos sesenta años se encargó de mi primera adaptación. Comenzó hablándome del edificio de la facultad, de sus peculiaridades y sus recovecos, nombrando como uno de los hechos principales, claro está, la mala salida de humos de la cafetería. Después me presentó alrededor de quince personas en otros quince minutos y en cuatro o cinco sitios distintos; di manos, besos, y manos que tiraban de mí para que diera besos. Por fortuna, no tiró de mí la señora de turno de mañana que es una copia inquietante de Dolly Parton en más de un sentido: he conseguido mirarla sólo una vez de momento. Tras haber conocido a mis compañeros, este hombre procedió a explicarme el funcionamiento básico de una biblioteca. Cuando me dijo "los libros que hay en las estanterías los puede coger la gente: lo normal es que cojan uno y se sienten a leerlo" me pregunté por dónde habría empezado de haber contestado "no" a la pregunta "¿Estás familiarizado con las bibliotecas?". Hacer una mínima lista de los chascarrillos y trucos mnemotécnicos que me ofreció sería prolijo.

Sin embargo, había una palabra a lo largo de su discurso que no terminaba de encajar en mi cerebro; quizá, su habla nerviosa y mi bajo grado de atención en la colección de nimiedades que me ofrecía influían, pero finalmente la encontré: tejuelo. Os invito a un pequeño juego: ¿qué significa tejuelo?

1. Dícese de la cría del tejo.
2. Dícese de lo que se tira a las muchachuelas.
3. Dícese del trozo de papel que se coloca en el lomo de un libro con la referencia de su ubicación en una biblioteca.

En efecto, es la 3. Ignoro cómo he podido sobrevivir cerca de un cuarto de siglo sin incluir en mi vocabulario la familia semántica de tejuelo, pues en apenas dos días no sólo he hablado profusamente de tejuelos, sino que he llegado a tejuelar con la tejueladora. Y yo que toda la vida le había llamado "papelito", ¡cuán osada es la ignorancia!

Si creéis que la tejueladora es un aparato sencillo como los que usan en los supermercados para poner precios, os equivocáis. Tiene el tamaño de un teléfono de la segunda guerra mundial, el formato de una máquina de escribir eléctrica y todos los inconvenientes imaginables. De hecho, es un instrumento tan preciso y puntero tecnológicamente que utiliza unos cartuchos parecidos a un VHS donde está enrollada la cinta (de tejuelar) de colores específicos para el modelo. Aunque puede parecer que es una funda de plástico donde viene un celo enrollado, no es así: las cintas de tejuelar son muy caras, por eso hay que tener cuidado en utilizar sólo la necesaria y no malgastar un bien tan preciado.

Cuando tenga una buena colección de preguntas estúpidas que te hace la gente sin pestañear intentaré escribir otro post sobre mi vida en la biblioteca de la Facultad de.......

4 Comentarios:

At 11:41 p. m., Blogger Alex dijo...

Estoy al principio de la cola, si quieres tejuelo

 
At 8:23 p. m., Blogger Nieves dijo...

"Estoy al principio de la cola, si quieres tejuelo" jajajajaja

Fer, eso es porque no conociste a nuestra profeora de Bibliografía. No recuerdo el nombre porque era conocida como "La Bardem" por razones obvias.

Palabras como "tejuelo", "nervios", el "lomo" (que se clava con) "tachuelas" o "herraje".... inundaban el aula del saber infinito. Con esas palabras podríamos haber estado hablando de cualquier otra cosa.

 
At 8:24 p. m., Blogger Nieves dijo...

Rokinski!!! Se llamaba Rokinski!!!!

 
At 1:50 p. m., Blogger Alicia dijo...

No, querida. Se llamaba Gloria Rokiski. R-O-K-I-S-K-I, y nos enseñó muchas cosas bonitas y nuevas de los libros... Tejuelo, errr... Tejuelo... mmmm lomo...ah, sí. Mi favorita: Cantoneras!!!

 

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