lunes, septiembre 04, 2006

Gracias, gracias, gracias

La vida es injusta a veces. Por eso decidió que Pau tenía que lesionarse en semifinales, rompiéndose un hueso que no olvidaré jamás: el quinto metatarsiano (Hasta ayer confundía los tarsos y los carpos, ya nunca más). A Argentina le ganamos, pero sólo por un punto, señal de aviso de que habíamos cruzado una línea. Esperaba la final, la gran final.

Sin embargo, esta mañana, cuando encendí el televisor me enteré de algo que había entendido mal. La selección salió a calentar con una camiseta en la que estaba escrito: "Pau también juega". De pronto lo entendí todo: el sentimiento de equipo va más allá de jugar o no, de estar en la pista o en el banquillo, Pau iba a jugar estuviera en Japón o en Córdoba, porque a los que hoy metían las canastas les importaba saber que él estaba ahí, delegando en ellos la responsabilidad que, siempre que puede, ama tomar él mismo. Y allí se quedó durante el partido, con la misma cara de un niño castigado al que no le dejan jugar con sus amigos. Una cara que se iba llenando de lágrimas, de impotencia primero, de alegría después.

Sin embargo, la vida es justa a veces. Rompió a propósito ese quinto metatarsiano para hacernos creer que ganar sin Pau era imposible, que no era más que un bonito sueño que se vería truncado hoy. Por eso mismo se logró: porque al talento desmesurado se unió la más hermosa batalla por la que puede luchar un hombre, que es la de lograr lo que no está al alcance de su mano. Y esa actitud, la del héroe que lucha contra su destino, es la única que lleva a completar la hazaña.

La épica había tocado al mejor guerrero, tocaba al equipo y tocaba al general con la varita de la amargura: Pepu perdía a su padre horas antes del partido. Esto no aparece en las estadísticas, no hay premios individuales que lo valoren, pero, no sólo sufrirlo, sino además ocultarlo a los jugadores es digno del más alto elogio de cuantos se puedan pronunciar hoy. Como el general que, ocultando bajo la coraza su herida de muerte, lanza la última carga de caballería, así lanzó Pepu a los jugadores, a Pau, y a todos nuestros sueños a tocar al fin la Victoria.

1 Comentarios:

At 5:59 a. m., Anonymous Anónimo dijo...

Wow!

 

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