Savonarola
Girolamo Savonarola se convirtió, a finales de siglo XV, en el predicador más famoso de Florencia y de toda Italia con sus ásperos y punzantes invectivas contra el lujo y la relajación de costumbres de los Medici. Antonio Altomonte en "Il Magnifico. Vita di Lorenzo de' Medici" lo describe así:
"
En una época que había hecho de la elocuencia un arte, aquello no habría podido herir más los oídos (...), con su voz sin gracia, acompañada de gestos que parecían los de un hombre que luchase contra un enemigo invisible. No había armonía en su voz, que no estaba educada en las variaciones de tono y de intesidad de las modulaciones; no había armonía en lo que decía, que no se dibujaba como un dulce paisaje, sino que casi tendía a expulsarlo todo en fragmentos de lava como en una erupción."

De tejuelos y estantes
Ayer comencé a trabajar de becario en una de las bibliotecas de la universidad. Llegué a las dos, como me habían dicho, y un hombre de unos sesenta años se encargó de mi primera adaptación. Comenzó hablándome del edificio de la facultad, de sus peculiaridades y sus recovecos, nombrando como uno de los hechos principales, claro está, la mala salida de humos de la cafetería. Después me presentó alrededor de quince personas en otros quince minutos y en cuatro o cinco sitios distintos; di manos, besos, y manos que tiraban de mí para que diera besos. Por fortuna, no tiró de mí la señora de turno de mañana que es una copia inquietante de Dolly Parton en más de un sentido: he conseguido mirarla sólo una vez de momento. Tras haber conocido a mis compañeros, este hombre procedió a explicarme el funcionamiento básico de una biblioteca. Cuando me dijo "los libros que hay en las estanterías los puede coger la gente: lo normal es que cojan uno y se sienten a leerlo" me pregunté por dónde habría empezado de haber contestado "no" a la pregunta "¿Estás familiarizado con las bibliotecas?". Hacer una mínima lista de los chascarrillos y trucos mnemotécnicos que me ofreció sería prolijo.
Sin embargo, había una palabra a lo largo de su discurso que no terminaba de encajar en mi cerebro; quizá, su habla nerviosa y mi bajo grado de atención en la colección de nimiedades que me ofrecía influían, pero finalmente la encontré: tejuelo. Os invito a un pequeño juego: ¿qué significa tejuelo?
1. Dícese de la cría del tejo.
2. Dícese de lo que se tira a las muchachuelas.
3. Dícese del trozo de papel que se coloca en el lomo de un libro con la referencia de su ubicación en una biblioteca.
En efecto, es la 3. Ignoro cómo he podido sobrevivir cerca de un cuarto de siglo sin incluir en mi vocabulario la familia semántica de tejuelo, pues en apenas dos días no sólo he hablado profusamente de tejuelos, sino que he llegado a tejuelar con la tejueladora. Y yo que toda la vida le había llamado "papelito", ¡cuán osada es la ignorancia!
Si creéis que la tejueladora es un aparato sencillo como los que usan en los supermercados para poner precios, os equivocáis. Tiene el tamaño de un teléfono de la segunda guerra mundial, el formato de una máquina de escribir eléctrica y todos los inconvenientes imaginables. De hecho, es un instrumento tan preciso y puntero tecnológicamente que utiliza unos cartuchos parecidos a un VHS donde está enrollada la cinta (de tejuelar) de colores específicos para el modelo. Aunque puede parecer que es una funda de plástico donde viene un celo enrollado, no es así: las cintas de tejuelar son muy caras, por eso hay que tener cuidado en utilizar sólo la necesaria y no malgastar un bien tan preciado.
Cuando tenga una buena colección de preguntas estúpidas que te hace la gente sin pestañear intentaré escribir otro post sobre mi vida en la biblioteca de la Facultad de.......
Mr. Forward, bring me a dream
Esta mañana acudí a la última de las tres sesiones de seminarios necesarios para obtener el CAP. La primera conferencia trataba sobre procedimientos pedagógicos adaptados a la materia de Geografía. A los cinco minutos, y sin saber muy bien cómo (lo reconozco, había dormido dos horas) nos encontrábamos a oscuras mientras un hombre un poco hipertenso nos hablaba de un poema de Tagore, un árbol y un Power Point.
En efecto, poco después ha aparecido una presentación en la pantalla con todos los elementos necesarios de un buen mal Power Point: fotos pixeladas aumentadas, fuentes no inferiores a 28, y fondo de texto de diferente color al fondo de las imágenes, en este caso, verde y verde claro. Por lo deducido más tarde entre los balbuceos apresurados de este individuo, este archivo lo había creado él para ponérselo a sus alumnos de secundaria. Al parecer, el texto era un poema de Tagore dedicado al árbol. Aún busco su utilidad en una clase de Geografía.
No contento con su primera demostración, este hombre, cuyo nombre no he querido aprender por mi bien, ha repetido con el Power Point. Esta vez, y bajo las mismas características que el anterior, las fotos acompañaban nada más y nada menos que Mediterráneo de Joan Manuel Serrat. Pero como no hay equipo pequeño, ni dos sin tres y lo mejor siempre se deja para el final, quedaba una tercera presentación.
Esta requería introducción. Ilustrando de nuevo una canción de Serrat en la que el cantautor habla a su padre, nuestro hombre nos ha advertido: "así que yo puse una foto de mi padre, fallecido en 1999; os recomiendo que si usáis esta técnica cambiéis la foto por la de vuestro padre". Y allí ha aparecido de repente, mezclada con las demás, la foto de un anciano sobre fondo blanco, al que no he podido ver de otra manera que rellenando el ataúd con el que finalizaba la presentación de Tagore.
Desconozco cuánto tiempo exacto ha pasado entre el fin de esta presentación y la proyección de la cuarta y última. Lo que sé es que cuando aún pasaba ante mis ojos el velatorio de su padre, en la pantalla aparecía, junto a innumerables fotos de nubes, los versos de un poema que este hombre había escrito para explicar a sus alumnos las diferencias entre cirros y cumulonimbos.
Al finalizar esta impactante forma de comenzar la charla, el tipo se ha lanzado a un apasionado discurso ecologista no-global acompañado de mapas conceptuales sobre medusas, deshielo, tortugas y calentamiento del planeta. "Yo me dedico a guardar fotos de estas que vienen en los mails que te mandan y colecciono además las del deshielo para las presentaciones".
Apenado y apremiado por la falta de tiempo, se ha dedicado a pasar velozmente las fotos de su colección de minerales mientras lamentaba con el corazón no tener un cuarto de hora más para explicárnoslas.
Sé que este post no impacta ni el 1% de lo impresionado que aún me encuentro. Sé que ese hombre duerme con la conciencia tranquila. Sé que en algún momento he abierto un Fw con un pps que había hecho él y sé que más están por llegarme.