domingo, diciembre 31, 2006

2006... 2007

Sí, es muy típico: el día 31 de diciembre prácticamente todos hacemos un repaso más o menos rápido, más o menos intenso a lo que hemos hecho este año. Este año Italia no me ha visto los pies, me los ha visto en cambio Noruega, país que planeaba visitar con cincuenta años, cuando un buen par de años de ahorro me permitieran costearme el viaje. Este año he comenzado a sentirme investigador, con algún trabajo que considero interesante, y con el comienzo de mi tesina que espero algún día se convierta en tesis. Ha sido el año en que he empezado a conocer un poco ese país que me es tan extraño, pero que me vio nacer: Valencia, Barcelona, Cáceres, Burgos... Gracias a los que me acogieron. El joven 2006 se llevó a mi abuelo materno, y con ello empezó mi conocimiento consciente de la muerte. Es el año en que Juan y yo hemos dado otro paso más en esa amistad en la que te quedan tan pocas cosas que decirte que lo único que deseas hacer es reír; el año en que Mer se ha incrustado en mi vida, el que me dio las impagables noches con Curro y Nieves y a la vez las interrumpió, llevándose lejos a los dos; el que me escuchó decir mis primeras frases coherentes en alemán.

Pero hay algo imborrable en este 2006, mucho más banal de lo que acabo de contar, pero que tiene la enorme ventaja de poder evocarse en imágenes:





Y acabando el 2006, un inimaginable viento dulce y huracanado ha entrado en mi vida, así que mis deseos para el 2007 se podrían ilustrar así:




Feliz año a todos.

miércoles, diciembre 27, 2006

Planes navideños

Lo mejor de las Navidades es hacer cosas diferentes al resto del año, porque quedas con la gente que hacía tiempo que no veías y merecen planes especiales. Con mis Erasmus, cena navideña de raciones, nueve euros por cabeza, Cola Cao, y corriendo a casa de Álvaro a sentarnos en el sofá a no hacer más que hablar y disfrutar los unos de los otros... Con Curro y Nieves, el mejor plan posible: una borrachera infernal de batidos en el Estar Café y partida de Trivial. Con Rocío y Bea, imagino que parecido, sólo que cambiaremos el Trivial por el Risk y el Estar por el salón de Rocío. Con esa amiga con la que tanto necesitaba un día juntos, comida romántica en el KFC y película de Woody Allen. Pero he de confesar que el mejor plan me lo he guardado para mí solo para Nochevieja: quedarme en casa y sentirme a la vez el más corriente y el más bohemio por acostarme a las tres de la mañana y recibir el nuevo año sintiéndome tan libre como empecé el 2006.

martes, diciembre 19, 2006

Póker de damas

Tengo una buena jugada a la que voy a apostarlo todo porque sé que jamás puedo perder con estas cartas. Veo una dama de diamantes, que acaba de llegar de muy lejos y a la que echaba muchísimo de menos. Tenerla cerca es toda una joya. Veo también una dama de picas, la última carta que subí a la mano. Parece fría, oscura y temible: sólo unos pocos guardamos en secreto su verdadera identidad. También tengo un comodín, que me ha hecho ganar tantas y tantas manos tantas y tantas noches: con él río, me entristezco, salto, juego, canto, viajo y hablo hasta caer rendido. Completo este precioso póker con mi dama de tréboles recién llegada, trébol de cuatro hojas con quien comparto magias, intuiciones y brujerías. Y me queda una carta... ¿Arriesgo? ¿Me descarto por si me toca la dama de corazones? Creo que merece la pena, tengo un presentimiento...

jueves, diciembre 14, 2006

Babel

Acabo de enviar este texto a El Mundo para ver si consigo dos entradas para el preestreno de la película Babel. Ni qué decir tiene que hay un par de cosas que son licencias poéticas, aunque los que me conozcáis bien, sabéis que no son exageraciones desmedidas. ¡Buenos días!

Los lunes me levanto a las 7 de la mañana. Camino de la escuela, leo en la Gazzetta dello Sport qué ha hecho mi Palermo el domingo. Amanece mientras aprendo las decenas de excepciones de las reglas del alemán. Más tarde voy a la facultad y trabajo en mi tesina: disfruto el italiano, me aprovecho del inglés, analizo el latín, intuyo el francés y sufro ante el griego. Exhausto, bajo a comer con Silvia, mi veneciana preferida que me enseña expresiones y palabras en dialecto. Vuelvo a la biblioteca, pero por la tarde necesito música: de mi mp3 me llegan melodías y voces portuguesas, sicilianas, inglesas, sudamericanas...

Cuando llego a casa, y sólo entonces, la voz y las palabras de aquella que me vio nacer me recuerdan cuál es mi lengua madre.

jueves, diciembre 07, 2006

Oslo, versión 2, comedia ligera

¡Cómo me lo he pasado en Oslo! Noruega es un país increíble. A los quince minutos de ir por la calle, ya nos dimos cuenta de que, a todas luces, somos una raza inferior que merece la exterminación por parte de los arios... Allí todo el mundo es muy grande, son muy civilizados y absolutamente todos hablan inglés fluido. El homo mediterranensis está condenado a la extinción...

He ido a cinco museos, de los cuales tres eran gratis y los otros tenían precios asequibles. Por cierto, Oslo es la ciudad más cara del mundo, por delante de Tokio y Dubai, o al menos eso hemos leído allí. Al principio no lo parece, sobre todo si vas con comida a un apartamento como nosotros, pero cuando piensas que su moneda más pequeña, la de 1 corona, son más de diez céntimos de euro, te das cuenta de que allí las cosas van muy bien. Hablando de apartamento...



Aquí se ve nuestra primera compra, en un super que abre de 9 de la mañana a 11 de la noche. Para que luego digan del horario europeo... Esa botella que véis junto a la de Coca-Cola (por cierto, bastante sosa la noruega) es un refresco de frambuesa un poco dulzón que me bebí en dos tardes. No compré más porque cuando lo volví a coger en el super vi un 1+9=10 por el que deduje que realmente me había bebido un kilo de azúcar rojo que debí haber diluido con agua... Calculo que de aquí al domingo habré perdido algún diente. Dudo si esta ha sido la mayor estupidez que he hecho en Oslo, porque lo de encender el móvil al bajar del avión y no recordar tu pin no le anda a la zaga.

Entre los numerosos tópicos que hemos ido recogiendo a lo largo del viaje destacaría los siguientes: allí practican poco sexo pero tan concentrado como el sirope de frambuesa, ya que aproximadamente la mitad de los embarazos es de gemelos; en Oslo no amanece: hay un momento entre las nueve y las tres de la tarde que parece que hay un poco más de claridad, pero de ahí a amanecer hay un paso.

Por último decir que salir en horario español un domingo por Oslo es una experiencia única y muy recomendable. Botellas de Pepsi de 33 cl. y dobles de Hetfield que regentan bares del metal más death imaginable...



Ah, no quiero cerrar este post sin poner una foto de uno de los mejores inventos que hemos podido ver en las tiendas. Tecnología punta de la NASA.


Oslo, versión 1, alla wagneriana

Noruega es el principio. Apenas se baja del avión uno siente haber empezado sin habérselo propuesto un viaje iniciático hacia la esencia de la Naturaleza y el Hombre. Allí todo es sencillamente normal desde un punto de vista natural: todo es correcto, todo es como debe ser, lo mezquino es inconcebible: no hay basura gratuita, ni aglomeraciones absurdas, el frío o el calor son exactamente lo que baja desde el cielo... Las cosas son sencillas si se pone verdadera voluntad, y la vida es más fácil si las cosas que no tienen que fallar no fallan, porque eso genera confianza en los que te rodean y de ahí nace la humanidad que hace posible las civilizaciones. A veces he pensado que nos llevan veinte años de progreso, pero otras en cambio creo que si algún día queremos estar cerca de ellos necesitamos un cambio para el que hoy en día no estamos preparados.


Una noche viajé hasta Bergen, a la costa atlántica y el día siguiente volví a Oslo recorriendo el Nærøyfjord y el Aurlandsfjord. Eso es otro viaje en sí mismo, y sería bastante egocéntrico por mi parte querer expresarlo con palabras. Lo único que puedo decir es que a partir de este día no he dejado de entender más a Tolkien.







Aún me quedaban en Oslo dos visitas de las que se viven con la sensación de estar haciendo algo único y muy importante: la primera, al museo de barcos vikingos:



Y la segunda, al amanecer, no sólo del día sino también de los tiempos, al parque Vigeland.



Aquí pude ver que existe un dios que no asusta a los hombres,

la libertad de los que nunca conocieron cadenas,

la desolación irreversible,

el amor sin caricias ni palabras,

la vejez sin tules ni eufemismos

y algo más cuyo Nombre me ha sido prohibido revelar.


De vuelta a casa, no puedo sino releer The Silmarillion:

"Then Ilúvatar said to them: 'Of the theme that I have declared to you, I will now that ye make in harmony together a Great Music. And since I have kindled you with the Flame Imperishable, ye shall show forth your powers in adorning this theme, each with his own thoughts and devices, if he will. But I will sit and hearken, and be glad that through you great beauty has been wakened into song.' "